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Billy era un chaval joven de aspecto, pese a haber rebasado recientemente la treintena. Era tímido y apocado, y nunca había tenido amigos pese a que siempre había intentado entablar relaciones y llevarse bien con todo el mundo. Pese a ello había sido un estudiante minimamente competente, y eso le había proporcionado una experiencia como informático que fue lo que le abrió las puertas del periódico más famoso de New York, el Daily Bugle.
El Bugle era famoso por sus cabeceras incendiarias contra Spiderman. Pese al odio que Jonah Jameson, el dueño del Bugle, profesaba contra el trepamuros, durante una época se benefició de todas las fotos en exclusiva que le conseguía Peter Parker del famoso superhéroe. Pero el mundo había evolucionado, y el ritmo actual hacía que por muy grande que fuera el titular, eso no garantizara las ventas. Además, la gente ya había visto mucho a Spiderman, y era raro que un titular con su nombre provocase un aumento de ventas como lo había hecho en el pasado. Por eso Jameson había desarrollado varios complementos al periódico, como una revista para mujeres y varias revistas temáticas (cine, libros, informática) estando Billy trabajando en esta última, pese a que a veces era llamado del Bugle para encargarse también de la web del diario.
En el departamento de la revista informática del Bugle trabajaban el editor de la misma, tres periodistas especializados (Walter, John y Sully), una chica encargada de pasar los contenidos al servidor informático general y Billy. La chica se llamaba Jessica, y llevaba trabajando en el Bugle desde hacía tiempo, aunque Jameson la había trasladado a la revista (llamada PC BUGLE) hacía unos tres años. Billy se había enamorado de ella desde que la vió, aunque su nula relación con las féminas siempre le había cortado de cara a expresarle sus verdaderos sentimientos. Esporádicamente había hecho algún intento, pero debido a la diferencia de edad entre ellos (Billy tenía 31 y Jessica 48) ella le había contestado en una ocasión que podía ser su madre. Él no quiso intentar nada más, para no molestarla, aunque muchas veces soñaba con tenerla entre sus brazos y besarla. En resumidas cuentas, le tenía mucho cariño, y como ella lo notaba, solían conversar en ocasiones bastante animadamente, aunque la cosa nunca había trascendido más allá.
Billy vivía con su madre, que era viuda, en un apartamento en Queens. Generalmente solía trabajar hasta tarde, con lo cual los ratos de conversación con su madre eran pocos (cosa de lo que ella se quejaba en bastantes ocasiones) pero es que Billy soñaba más de una vez en que si fuese un superhéroe como Spiderman, Daredevil o los Cuatro Fantásticos probablemente no tendría ningún problema en enamorar a Jessica. Pero pese a vivir en un mundo donde convivía con esos super-personajes, uno no podía adquirir poderes de la noche a la mañana. O eso creía él...
Un día volvía tarde a casa en el suburbano, cuando se fijó en que el vagón en el que iba él estaba vacío. No le dio mayor importancia, ya que como era tarde, a veces le había ocurrido. Como aquel día estaba lloviendo, la luz del metro falló durante un momento, y Billy se percató que pese a la oscuridad que había invadido al vagón, algo había brillado dos o tres asientos por delante de él. Sólo había durado un momento, y cuando volvió la luz no notó nada raro, pero se acercó hacía donde había visto aquel brillo. A veces la gente olvidaba cosas en los vagones, al ir con prisas, como debía haber pasado con aquello. Se trataba de un dial redondo como el de los teléfonos antiguos, y de un color dorado muy llamativo. Al cogerlo Billy pensó que quizás fuera fluorescente o algo así, y por eso había brillado en la oscuridad. Era pequeño, en si poco más grande que un ratón de ordenador, y lo más curioso es que en vez de números como en los diales telefónicos, tenía cuatro letras, una h, una e, una r y una o, es decir, la palabra HERO (héroe en inglés). Billy pensó que sería el juguete de algún niño, y lo cogió porque pensó que parecía estar en buen estado y era una lastima que se perdiera por ahí.
Tras meter el dial en el bolsillo de su chaqueta, se bajó del metro al llegar a su parada y se dirigió para casa. Al llegar estuvo un rato conversando con su madre, cenó, se desnudó y se puso el pijama. Se metió en su habitación y se puso la tele, ya que aquella noche daban una película que quería ver, y normalmente solía ver la tele en su habitación para que si su madre quería irse a dormir, no molestarla.
Mientras veía la película volvió a pensar en Jessica. Se la imaginaba allí, junto a él, los dos abrazados viendo la tele. Entonces sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando se dio cuenta del brillo que salía de su chaqueta, y volvió a recordarse del dial que había cogido del metro. Se acercó a donde tenia colgada la chaqueta y sacó el dial que estaba en el bolsillo. Estaba brillando como si se tratara de un foco. El brillo cesó pero Billy notó el dial en su mano como si fuese algo vivo, como si estuviese vibrando, pese a ser un objeto.
Billy se lo miró. Una vez más le llamaron la atención las únicas cuatro teclas del dial, y un gesto instintivo le impulsó a marcarlas. H. E. R. O. Al principio no ocurrió nada. Entonces Billy pensó lo estúpido que era. ¿Acaso tenía que pasar algo?
Pero pasó...
De repente Billy se dio cuenta de que estaba vestido con unas mallas negras. En su mano tenía ahora una máscara también negra con dos ojos parecidos a los de Spiderman. Se puso la máscara y se miró en el espejo. Su cuerpo, anteriormente normal tendiendo un poquito a la obesidad, estaba ahora musculoso pero atlético, y todo él estaba cubierto de unas mallas negras, siendo visibles sólo los ojos.
¿Se había convertido en un superhéroe? Eso parecía. El dial le había otorgado esa capacidad sólo por apretar las teclas HERO. ¿Cómo se llamaría? Se le ocurrió un nombre: Dusk. ¿Qué podía hacer? Empezó a probarlo.
Como su aspecto se parecía al de Spiderman pero con todo el traje negro, pensó que podría hacer lo mismo que él. Empezó a subirse por la pared de su habitación hasta el techo. No se cayó. Efectivamente podía subirse por las paredes. Decidió probar su fuerza. Levantó la mesa de su habitación con las dos manos. Sin problemas. Soltó una mano, y con la otra la siguió agarrando sin problemas. Luego fue soltando los dedos hasta finalizar aguantando la mesa sólo con un dedo. Y sin problemas. Tenía fuerza.
Pero probó por activa y por pasiva el tema de lanzar redes, y no logró ni que su cuerpo soltara nada, ni ninguna manera para conseguirlo. De todas formas estaba bien, porque lo que había descubierto le abría un montón de posibilidades. Y entonces fue cuando volvió a pensar en Jessica. Eso la impresionaría.
Billy volvió a apretar las teclas HERO del dial. Un instante después volvía a ser el mismo. Decidió que al día siguiente se lo llevaría al trabajo y buscaría la manera de decírselo a Jessica. Tras eso se acostó y durmió bastante tranquilamente.
Por la mañana se despertó como cada día, se preparó para ir al trabajo y salió a la calle. Aquel día por suerte ya no llovía, por lo que no tuvo que llevarse el paraguas con él. Cogió el metro hasta su estación de destino, y al bajarse en el andén, vió a un individuo que pasaba corriendo por su lado. Detrás de él iban unos cuatro policías:
- Alto, deténgase.
La gente se apartó (si una cosa tiene el género humano es sus pocas ganas de verse metidos en problemas) pero el fugitivo, al ver que no podía subir en el metro que acaba de cerrar las puertas e irse, se lanzó a las vías y se metió en el túnel.
Dos policías le siguieron, mientras que los otros dos desalojaban la zona y avisaban para que pararan la circulación de los trenes. Entonces fue cuando Billy se acordó del dial, y pensó que si se transformaba en Dusk podía atrapar al ladrón y darse a conocer. ¿Pero como hacerlo en una estación llena de gente? Facil si tenemos en cuenta que el follón había hecho que la gente saliera pies en polvorosa del anden, con lo cual los policías (preocupados también de que no hubieran tumultos) no se percataron de que Billy bajaba a las vías y salía corriendo en pos de los policías y el fugitivo. En la oscuridad del túnel buscó el dial en el bolsillo y (como si el propio aparato lo hubiera predicho) brilló levemente en la oscuridad para que Billy pudiera apretar las teclas HERO. Pero no sucedió lo esperado. No se convirtió en Dusk.
O mejor dicho, no se convirtió en el mismo superhéroe de la noche anterior. Ahora tenía también un cuerpo atlético, pero llevaba puesto un uniforme azul oscuro, aunque la cara al descubierto, y tenía el pelo más largo, formando una pequeña melena como la de los modelos masculinos de algunos anuncios. Entonces empezó a correr, y se dio cuenta de que sus poderes eran supervelocidad, porque adelantó a los policías y al fugitivo en un segundo. Éste, al verlo por sorpresa frente a él, se sobresaltó y se paró en seco. Sacó una pistola y sin mediar palabra le disparó a bocajarro tres veces. Billy se asustó un poco, pero enseguida se percató de lo ocurrido. Su piel era invulnerable y las balas habían rebotado. De un sopapo desarmó al ladrón y con un puñetazo lo tumbó en el suelo.
Los policías llegaron hasta donde estaba y mientras uno esposaba al fugitivo el otro se le acercó y le dijo:
- Gracias. ¿Qué superhéroe eres tú? No te reconozco.
- Mi nombre es Dusk. ¿Quién era este hombre?
- Él y su compinche habían entrado en el kiosco de la esquina para robar. Sonó la alarma y pudimos atrapar al cómplice, pero este se escapó corriendo como un lince.
- Me alegro de haber sido útil –y tras decir esto Dusk salió corriendo a toda velocidad en dirección al Bugle. Antes de llegar vió una esquina de un callejón vacía y entró como una exhalación para salir a los pocos segundos siendo otra vez Billy.
Se sentía satisfecho después de lo que había hecho. Su vida había cambiado, ahora podía ser un superhéroe, impartir justicia, y (lo más importante para él) conseguir a su gran amor, Jessica. Ese día el trabajo fue rutinario como de costumbre, pero al mediodía Billy se armó de valor y le dijo a Jessica si quería ir a comer con él. Ella aceptó. Billy pensó que no podía tardar más en decírselo. Le contaría que la amaba, que la quería desde que la había conocido, que soñaba cada día con ella viéndola como su amiga, su amante, su compañera, su ¿esposa? ¿Se atrevería a pedirle que se casara con él? Claro, porqué no, ahora él tenía el poder para ofrecerle algo más que el ser un simple compañero de trabajo.
Aquel día Jessica estaba preciosa. Lucía una pequeña melenita que resaltaba su hermoso rostro, mientras que su pequeño pero estilizado cuerpo estaba vestido por una blusa blanca y unos pantalones tejanos que resaltaban su sensual silueta. Fueron hablando de intrascendencias hasta llegar al restaurante, y una vez que se sentaron en la mesa y solicitaron el menú, Billy dijo:
- Jessica, te quiero. Estoy enamorado de ti desde que te conocí. Eres la mujer que deseo que cada noche se acueste conmigo y que cada mañana se despierte a mi lado. No quería decírtelo para que no te sintieras cohibida. De hecho no quería que te sintieras molesta conmigo, y por eso no te lo he dicho hasta ahora. Pero es que ahora tengo algo que creo que te sorprenderá...
- Oh, Billy, ya me suponía que te gustaba, pero...
En ese momento la frase quedó cortada, ya que irrumpió en el local el Conmocionador:
- ESTO ES UN ATRACO. VAYAN DEJANDO TODOS LOS OBJETOS DE VALOR SOBRE LA MESA O LES LANZARÉ UNAS VIBRACIONES QUE LES SACARÁN LAS TRIPAS POR LA BOCA.
- Oh, Dios Mio, Billy, es el Conmocionador, uno de los enemigos de Spiderman.
- Será mejor hacer lo que dice, Jessica. Oye escúchame, yo soy un superhéroe.
- ¿Cómo? ¿Estas loco?
- No, escucha, tengo un dial con el que me convierto en un superhéroe, pero necesito uno o dos segundos para la transformación, me voy a esconder un momento bajo la mesa.
Jessica se quedó callada por la sorpresa. No creía nada de lo que le había dicho, y pensó que se comportaba como un cobarde, pero dos segundos después su boca quedó tan abierta por la sorpresa de lo que se había abierto en toda su vida. Billy se había transformado en esta ocasión en una especie de guerrero de armadura dorada, pero que no parecía pesada como la de los caballeros medievales, sino que se ceñía a su cuerpo, dándole libertad de movimientos pero protegiéndolo de los ataques.
El Conmocionador atacó, disparando sus ondas contra aquel superhéroe que había aparecido de la nada. Billy avanzó sin miedo hacia él cuando se dio cuenta de que la armadura resistía:
- Maldito desgraciado, ¿y tú quien se supone que eres? -le dijo Conmocionador.
- Mi nombre es... Prodigy –y tras decir estas palabras lo golpeó de un puñetazo que lo dejó inconsciente. Feliz por su nuevo éxito se giró para mirar a Jessica, cuando vió que esta estaba tendida en el suelo. Rapidamente se acercó a ella; parecía que una de las ondas del Conmocionador le había dado, y durante un segundo Billy (como Prodigy) pensó que la había perdido, que estaba muerta. La cogió en brazos y salió volando del local, en dirección al hospital (¿volar? ¿siendo Prodigy podía volar? Durante un segundo se permitió el lujo de disfrutar de la sensación). Pero en pleno vuelo ella se despertó, y él bajó hasta una azotea y la depositó suavemente en el suelo:
- Billy, ¿eres tú? Tranquilo, estoy bien.
- Gracias a Dios, creí que te había perdido. Sí Jessica, soy yo. Esta era la sorpresa que quería darte. Encontré ayer por la noche este dial –dijo mostrándoselo- y cuando lo probé, pensando que sería un juguete infantil, me di cuenta de que me transformaba en un superhéroe. Y cada vez que lo aprieto me transforma en uno diferente.
- Billy, cariño mío, me honra mucho lo que has hecho por mí, pero esto es más un peligro que una ventaja. Teniendo esos poderes te arriesgas a estar en el punto de mira de gentuza como el Conmocionador o gente peor que circula por ahí. Yo quiero que seas Billy, no necesito un superhéroe.
- Entonces, ¿me quieres? –dijo Billy apretando las teclas del dial y volviendo a ser él, haciendo desaparecer a Prodigy.
Jessica se acercó y le dio un ligero beso en los labios- Tengo que pensarlo Billy, esto no es una película y no me puedo echar ahora a tus brazos. No digo que no quiera saber nada de ti, pero prefiero esperar. Mientras tanto, ¿podemos seguir siendo amigos? Me sentiría muy triste si perdiera tu amistad.
- Podemos seguir siendo amigos, pero esperaré tu decisión cuanto sea necesario, o hasta que las estrellas se enfríen y se caigan del cielo. Lo que llegue antes.
Bajaron del edificio los dos juntos y se dirigieron sonriendo y charlando otra vez de vuelta al Bugle para la jornada de trabajo de la tarde. Por el camino Billy tiró el dial en un cubo de basura. Si Jessica lo quería tal cual, no volvería a ser un superhéroe.
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